miércoles, 9 de enero de 2013

Amor de Pingüinos.



Me desperté, no al ahora de siempre pero si al misma de todos los días, sabia que el día iba a ser como todos, aburrido y lleno de cosas que no te llenan el alma, que solo te recuerdan que vivir es parte del camino y que al final, son muy pocas las cosas que te sorprenden hoy en día, me levante de la cama, abrí la ventana y vi a una señora paseando a su perro, un perro gigante para una pobre ancianita, el mundo esta hecho de eso, de incoherencias.

Salí de mi cuarto en ropa interior, me dirigí a la cocina y me servi una tasa de café (un café que había preparada ya hace como 3 días), prepare una tostada, le puse mantequilla y me la comí en dos bocados, me cepille los dientes y me bañe (obvio si me quite la ropa, tampoco estaba tan dormida) .. me puse ropa interior nueva, un conjunto azul con bordado negro, no se porque, era lunes y no esperaba que nadie la viera, solo quería ponérmela y ya. Me puse una falda y una blusa que decía “salven ala ballenas”, cogí las llaves de mi carro, me despedí de mi perro y salí.

De camino al trabajo, me encontré con lo de siempre, una ciudad hambrienta y furiosa, llena de ruido donde nadie escucha a nadie, donde todos piensan únicamente en ellos mismos, donde a todos se les ha olvidado que compartir y sonreír era tal ves lo mas importante.

Llegue al acuario (si, soy bióloga marina y estoy todo el día con cosas que no hablan pero que nada, que te escuchan y están contigo, no solo porque les toca y están confinadas a un estanque, sino porque en serio, de alguna u otra manera, confían en ti), deje el auto en el mismo lugar de todos los días, camine a la entrada, me cambie y me dispuse a alimentar a los animales.

Trabajar con ballenas, tiburones, tortugas, es genial, es increíblemente genial, todos son diferentes, son únicos y todos a la final, te respetan te consideran de su familia, créanlo o no, se alegran de tu llegada, ya sea por el hambre o por la sensación de que alguien les va aprestar atención.

El día ya iba por la mitad, los turistas llegaban y saludaban con cariño a los animales, veían el show de las ballenas gigantes, el baile de los delfines y todas esas cosas increíbles que el hombre ha llegado a crear con ayuda de los animales.  Los niños siempre con sus sonrisas inmensas y sus caras de sorpresa, eso es realmente lo único que le daba sentido a este trabajo, el poder ver todos los días, una sonrisa diferente.

De pronto, reconocí un niño, lo había visto unas 5 veces en lo que llevaba el mes, el niño llevaba una camiseta de TheBeatles y una armónica en la mano, estaba en el lugar de los Pingüinos, solo los miraba y golpeaba al vidrio para ver si alguno se acercaba y hacia algo genial para el, me quede mucho tiempo mirándolo y nadie parecía acompañarlo, el solo estaba al frente del tanque, golpeando al vidrio, mirando un pingüino.

Me acerque y le pregunte si quería hablarles, el niño sujeto mi mano y me dijo con una sonrisa inmensa que si, me pregunto después si podía tocarles una canción de TheBeatles para que ellos se acordaran siempre de el, yo, no supe que decirle y por no derrumbar esa sonrisa tan hermosa le dije que si.

Lo lleve a la parte de atrás del tanque, le puse un traje de esquimal que el extrañamente asimilo, alzo los brazos y se mordió uno .. me miro y dijo: no sentí nada, no sentiré frio, puedo hablar ya con mis amigos? – le sonreí y abrí la puerta que lleva al tanque.

Entramos caminando muy despacio, el enano tomo un poco de nieve, hizo una bola y se lanzo a un pingüino, la bola estallo un poco antes de tocarlo pero el pingüino se dio cuneta y se acerco al muchacho, el niño era un poco mas grande (no mas de 10 cms) se quedaron mirándose los dos y el niño como si nada, abrió los brazos, se lanzo y le dio un abrazo absurdo al animalito, el pingüino obvio por reacción grito pero se quedo quiero, el niño solo lo abrazaba, lo sentía, estaba feliz, era increíble.

Después, el niño lo soltó, saco su armónica del bolsillo, se sentó la nieve y empezó a tocar Love Me Do .. toso los pingüinos se acercaron y lo miraban, hablaban .. tal ves, cantaban.

El niño termino, se paro y como si hubiera sido una visita cualquiera a la casa de la abuela, se despidió de los animales, sujeto mi mano y me jalo para marcharnos, cuando salimos, el niño se quito la ropa, me miro y me dijo: cuando grande, seré como un Pingüino, solo me casare una ves y amare una ves, seré yo siempre, jamás cambiare, simplemente, seré un pingüino. 

seguidamente, me dio un beso en la mejilla, saco su armónica de nuevo y se fue tocando un blues absurdamente hermoso, vi como se iba, mientras una lagrima corría por mi mejilla y se topaba con la sonrisa mas increíble y hermosa de toda mi vida.

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