Me desperté, no al ahora de siempre pero si al misma de
todos los días, sabia que el día iba a ser como todos, aburrido y lleno de
cosas que no te llenan el alma, que solo te recuerdan que vivir es parte del
camino y que al final, son muy pocas las cosas que te sorprenden hoy en día, me
levante de la cama, abrí la ventana y vi a una señora paseando a su perro, un
perro gigante para una pobre ancianita, el mundo esta hecho de eso, de
incoherencias.
Salí de mi cuarto en ropa interior, me dirigí a la cocina y me servi una tasa
de café (un café que había preparada ya hace como 3 días), prepare una tostada,
le puse mantequilla y me la comí en dos bocados, me cepille los dientes y me
bañe (obvio si me quite la ropa, tampoco estaba tan dormida) .. me puse ropa
interior nueva, un conjunto azul con bordado negro, no se porque, era lunes y
no esperaba que nadie la viera, solo quería ponérmela y ya. Me puse una falda y
una blusa que decía “salven ala ballenas”, cogí las llaves de mi carro, me despedí
de mi perro y salí.
De camino al trabajo, me encontré con lo de siempre, una ciudad hambrienta y
furiosa, llena de ruido donde nadie escucha a nadie, donde todos piensan
únicamente en ellos mismos, donde a todos se les ha olvidado que compartir y sonreír
era tal ves lo mas importante.
Llegue al acuario (si, soy bióloga marina y estoy todo el día con cosas que no
hablan pero que nada, que te escuchan y están contigo, no solo porque les toca
y están confinadas a un estanque, sino porque en serio, de alguna u otra manera,
confían en ti), deje el auto en el mismo lugar de todos los días, camine a la
entrada, me cambie y me dispuse a alimentar a los animales.
Trabajar con ballenas, tiburones, tortugas, es genial, es increíblemente
genial, todos son diferentes, son únicos y todos a la final, te respetan te
consideran de su familia, créanlo o no, se alegran de tu llegada, ya sea por el
hambre o por la sensación de que alguien les va aprestar atención.
El día ya iba por la mitad, los turistas llegaban y saludaban con cariño a los
animales, veían el show de las ballenas gigantes, el baile de los delfines y
todas esas cosas increíbles que el hombre ha llegado a crear con ayuda de los
animales. Los niños siempre con sus
sonrisas inmensas y sus caras de sorpresa, eso es realmente lo único que le
daba sentido a este trabajo, el poder ver todos los días, una sonrisa
diferente.
De pronto, reconocí un niño, lo había visto unas 5 veces en lo que llevaba el
mes, el niño llevaba una camiseta de TheBeatles y una armónica en la mano,
estaba en el lugar de los Pingüinos, solo los miraba y golpeaba al vidrio para
ver si alguno se acercaba y hacia algo genial para el, me quede mucho tiempo
mirándolo y nadie parecía acompañarlo, el solo estaba al frente del tanque,
golpeando al vidrio, mirando un pingüino.
Me acerque y le pregunte si quería hablarles, el niño sujeto
mi mano y me dijo con una sonrisa inmensa que si, me pregunto después si podía
tocarles una canción de TheBeatles para que ellos se acordaran siempre de el,
yo, no supe que decirle y por no derrumbar esa sonrisa tan hermosa le dije que
si.
Lo lleve a la parte de atrás del tanque, le puse un traje de esquimal que el
extrañamente asimilo, alzo los brazos y se mordió uno .. me miro y dijo: no
sentí nada, no sentiré frio, puedo hablar ya con mis amigos? – le sonreí y abrí
la puerta que lleva al tanque.
Entramos caminando muy despacio, el enano tomo un poco de nieve, hizo una bola
y se lanzo a un pingüino, la bola estallo un poco antes de tocarlo pero el
pingüino se dio cuneta y se acerco al muchacho, el niño era un poco mas grande
(no mas de 10 cms) se quedaron mirándose los dos y el niño como si nada, abrió
los brazos, se lanzo y le dio un abrazo absurdo al animalito, el pingüino obvio
por reacción grito pero se quedo quiero, el niño solo lo abrazaba, lo sentía,
estaba feliz, era increíble.
Después, el niño lo soltó, saco su armónica del bolsillo, se sentó la nieve y
empezó a tocar Love Me Do .. toso los pingüinos se acercaron y lo miraban,
hablaban .. tal ves, cantaban.
El niño termino, se paro y como si hubiera sido una visita cualquiera a la casa
de la abuela, se despidió de los animales, sujeto mi mano y me jalo para
marcharnos, cuando salimos, el niño se quito la ropa, me miro y me dijo: cuando
grande, seré como un Pingüino, solo me casare una ves y amare una ves, seré yo
siempre, jamás cambiare, simplemente, seré un pingüino.
seguidamente, me dio un beso en la mejilla, saco su armónica de nuevo y se fue
tocando un blues absurdamente hermoso, vi como se iba, mientras una lagrima corría
por mi mejilla y se topaba con la sonrisa mas increíble y hermosa de toda mi
vida.
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