jueves, 21 de noviembre de 2013

Las ventajas de ver de lejos


Caminas por caminar lentamente por el piso de ese que se supone es tu segundo hogar, en compañía de esas personas que se suponen te entienden y te comprenden en cada una de tus facetas, en cada uno de todos tus extraños momentos y en cada uno de esos instantes en los que ni siquiera tu mismo te puedes encontrar. 

De momento, escuchas una sonrisa que recuerdas a la perfección, esa sonrisa con la cual todas tus memorias ya bien guardadas salen a flote para dominar cada una de tus siguientes decisiones, una sonrisa que no crees posible a consecuencia de la distancia, de todos los errores que solo te han colmado de soledad y encuentros sin sentido y sin sentimiento alguno, una sonrisa que simplemente te construye y te derrumba el mundo. 

A consecuencia, levantas tu mirada que tiernamente jugaba a vigilar el no pisar ninguna linea de las baldosas y ¡la ves! ... compruebas lo que tu memoria y tus pequeños delirios de querer verla en cada lugar que crees solitario creyeron, compruebas que por fin después de tanto tiempo esta cerca, por fin esta a una distancia en la que tu la ves, pero al perecer, ella a ti no. 

Recuerdas todo, eso que para los demás es un segundo, para ti se convierte en una eternidad, donde su sonrisa es la banda sonora y rápidamente (lentamente en tu interior) recreas cada uno de esos momentos donde tu en completa convicción de lo que sentiste y viviste, fuiste plenamente feliz. 
De repente, dentro de todas esas emociones de alegría y nostalgia la sonrisa se extingue, parpadeas y la ves a la distancia, sientes como te invade el miedo de acércate y abrazarle, te consume la inseguridad y la cobardia de arrebatarla de sus amigos y decirle que se sienten en el pasto a charlar de todo lo que ha pasado y como se vive en una soledad no tan triste pero en esencia sola y opaca. Al final,  eres humano y te gana la inseguridad, pierdes control de ti mismo y todas esas ganas de vomitar y de llorar se convierten en un "media vuelta y retirada" 

Así es, te retiras ... te sientas en el primer lugar que ves en compañía de las primeras personas que tienen la bondad de escucharte y acompañarte, te brindan su apoyo y su comprensión, te brindan su seguridad y tu, tu simplemente estas pensando en todo lo malo que podría brindar una charla en ese que es ahora tu presente, un presente en el que ya no disfrutas de sus detalles ni sus sorpresas, un presente en el que la perdiste hace ya tanto y que por tantos esfuerzos solo se perdieron mas sentimientos de esos que se pretendían recuperar, un presente donde tu estas queriendo de tan pura manera, pero no siendo querido nisiquiera para un cafe en las frías tardes de tu ciudad. 

Te encierras en ti mismo, escuchas las palabras y los consejos de los demás, consejos sabios y centrados. pero tu encierro te consume, tus demonios se hacen fuertes y se comen tus ideas, te consumen el corazón y solo te impiden seguir tus esfuerzos de pararte y abrazarla, de levantarte y gritarle dulcemente al oído "Oye, en verdad, te extraño" 

Piensas para ti mismo de donde sale todo ese miedo que te carcome y te corroe el pensamiento, descubres que la esencia no radica en el temor de hablarle o verla, radica en que con una conversación donde un lado quiere tanto y el otro solo aprecia, el que quiere siempre sale lastimado, siempre sales lastimado. 

Te aferras al demonio que controla esa inseguridad en tu corazón, ese que te recuerda que esa persona ya no te quiere, ya no te extraña y que efectivamente ya no quiere nada mas de una charla con dos mesas de por medio para evitar cualquier tipo de confusión o mal entendido, te recuerda que ahora solo eres un peón en la vida de alguien que para ti es una ficha indispensable y vital. 

Y así pasan los minutos y los instantes, te avisan que va a pasar muy cerca de ti y te llenas de miedos, te escondes en tu saco, en tus brazos y  en tu compañía, te encierras en todo lo que te rodea para que ella no te vea y al final cuando ella pasa ... nada. 

A lo mejor también te ignora, muy seguramente te vio pero no eras el motivo de su visita, nisiquiera uno de los puntos a tratar ... Ves como se aleja y te concentras en su pelo, en las nubes de su cabello, en su pausado y ameno caminar, en su cintura que conoces de memoria pero que siempre recorrías por caminos diferentes, la miras alejarse una vez mas de tu vida y dejar escapar una única oportunidad de recibir uno de esos pocos abrazos que sabes te llenaran y te brindaran la paz para acabar con todo lo que te caga los días a lo largo de tus semanas, pierdes eso que te llena y que te calma, una vez mas ... la pierdes a ella. 

Luego .... luego esto, tratas de sacarlo todo para que anda te duela y mañana al despertar solo sea una horrible pesadilla y conserves ese pequeño sentimiento de ser algo mas para alguien que para ti es mucho mas que un todo. 

Te quedas con la duda de que habría pasado en una conversación, a que habría sabido y como se habría sentido su abrazo, te quedas con la duda de como estarías esta noche, si hablando con ella o solo teniendo un agradable recuerdo de un encuentro al final no tan trágico ni tan amargo. 
Las ventajas de ver de lejos y reaccionar primero es que te quedas con la duda, que esa noche o por varios momentos, caminas de la mano de ese tu demonio favorito, de ese que solo juega con tu cabeza y te lleva a crear realidades donde solo sufres, dejando así escapar maravillosos momentos; otros y nuevos, maravillosos recuerdos.